Gallinero





Este domingo he limpiado por enésima vez mi habitación, aquella en la que llevo poco mas de cinco años viviendo. Utilizar la palabra enésima parece una forma un tanto académica y noble de determinar el tiempo pues si he de ser sincero creo que la limpio, o intento limpiar, mi habitación, o aquel lugar donde duermo, una vez al año, lo cual me obligaría a decir que esta fue la quinta vez que lo intento pero perdería el encanto de hacerme parecer menos esquizofrénico y con poco déficit de atención que el que pretendo transmitir, eso si, el cocodrilo bajo mi cama no se toca, yo me equivoqué y pagué pero el cocodrilo no se marcha.

Realmente no sé por qué hago este inútil esfuerzo. Una vez le pregunté a mi madre, mujer que me demuestra día tras día no haber abierto ni un libro de bolsillo ni siquiera en defensa propia, pero que aun así tiene las respuestas del universo si así lo desea; Hawking es un retrasado mental frente a ella y no me quiero meter con la movilidad; le pregunté por qué, o cuál es la necesidad de limpiar constantemente el lugar que me rodea, cual es el beneficio si lo único que obtengo es fatiga, desason, desinterés, y sobre todo mucho quemimportismo.

-Entonces deberías vivir en un gallinero; las gallinas comen y cagan en el mismo lugar y no les importa, andate a vivir a un gallinero y serás feliz- La respuesta del gallinero de mi madre nunca falla, le sirve para todo. Cuando era mas joven y me sentaba en la mesa sin decir buenos días pues me había despertado mi padre con un grito lo cual hacia que mi cabeza estalle de coraje pues son las dos cosas que mas detesto: que me despierten y que me griten, mi madre decía: -hasta las gallinas le dicen buenos dias a su madre. Uno les enseña buenos modales pero crecen y se olvidan de todo. Deberíamos mandarlos a comer con las gallinas así por lo menos no hay que verles la trompa.- Mi mamá cuando intentaba regañar a uno de nosotros, somos tres hermanos, siempre utilizaba el regaño indirecto, sin dar nombres específicos ni rasgos del acusado. Hoy me resulta gracioso recordar que mi madre usaba un gallinero como referencia para todo lo malo sabiendo que alguna vez tuvo mas de una discusión con mi padre pues el amaba tener un gallinero o con algún otro familiar que también deseaba tener uno aunque al parecer no en las mismas condiciones. Aun así no me pidan que analice patológicamente a mi madre, solo ella y dios saben por qué odia tanto los gallineros.

Mientras crecía, insistía:- Madre, por qué diablos tengo que limpiar mi habitación?-, frente a mi madre no digo groserías, ni siquiera hoy, y aunque no suelo ser soez cuando hablo, muy a diferencia de ella dueña de una boca dulce, hermosa y melodioso para el insulto, como diría mi buen amigo Juano, frente a ella siempre usaré modificaciones quizás tomadas de los pésimos doblajes mexicanos que intentan asegurarnos que ese es el acento latino como: diablos, caspitas, con un demonio maldita sea, recorcholis, o intentaré en el mas exigente de los casos el uso de algún otro idioma, ya sea ingles, portugués o incluso guaraní con tal de no ser descubierto en mi falso intento de insultar.

-Porque alguien tiene que hacerlo hijo, y no hay nada mas feo que un niño sucio y cochino viviendo en un chiquero.- Si le preguntan a mi madre, aun soy un niño.

Dentro de poco cumpliré treinta de estar en este mundo y ella treinta de haberme parido, cada día la amo mas sin decírselo a diario mientras ella cada día me recrimina que no le hablo aunque haya pasado apenas media hora desde la ultima llamada de whatsapp. Soy su primogénito y estoy a escasas cuadras de los treinta, estamos lejos, y no sé a quien le duele mas, si a mi por entrar en esa espiral de la cual Juano me advirtió a los veintitres cuando faltaba poco para los veinticinco y me volvió a advertir hace dos años antes de volver al lugar de donde quizás nunca debió haberse ido, o a ella por darse cuenta que cada vez me convierto mas en ella, donde no necesito una explicación para considerar algo como cierto, donde creo tener la razón, donde me siento por momentos cansado casi hasta el agotamiento, donde prefiero pasar un fin de semana acostado por no decir echado o desparramado en la cama en lugar de salir de joda o beber como si no hubiese un mañana. En donde puedo decir: -No voy a limpiar mi habitación porque para eso trabajo, este es mi techo y aquí se hace lo que yo digo carajo-  Pero aun así la limpio pues si la vecina finalmente cae en mi juego, sabiendo que es casada, querrá tener algo rápido y no hay nada que baje mas el fuego interno que un sucio y cochino gallinero.

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